Este es el último trabajo que hemos realizado. Lo que empezó como una reforma de un acuario viejo y obsoleto, acabó convirtiéndose en la instalación de un acuario nuevo, con materiales y plantas nuevas, aprovechando por supuesto todas las plantas que fue posible y todos los peces (una de nuestras máximas es no considerar a los animales y plantas como cosas de usar y tirar).
En casos como este, en el que el presupuesto es abierto (por supuesto dentro de unos límites) y el propietario está abierto a sugerencias, es una gozada poder trabajar un acuario. En este caso, solo echamos en falta la posibilidad de instalar un sistema de inyección de CO2, pero no fué posible, quizá con el tiempo.
Como material de partida disponíamos de unas piedras volcánicas (no demasiado bonitas y un poco difíciles de ubicar), unas cuantas anubias, unos cuantos helechos de java y muchos peces, por suerte todos ellos elegidos con bastante buen criterio (excepto un trío de botias y dos gigantescos plecostomus), ya que todas las especies son habitantes de la cuenca del Amazonas.
Lo más importante era ubicar las piedras. Decidimos amontonarlas junto a uno de los laterales, imitando un talud del río del que saldrían unos cuantos troncos y ramas, creando un foco de atención desplazado a uno de los laterales, lo que nos permitiría además crear una zona de aguas abiertas perfecta para que pudieran nadar a sus anchas los peces (cosa que en el anterior acuario no era posible por la distribución de las rocas en varios bloques simétricos).
Distribuimos las anubias y helechos por las rocas, aprovechando su resistencia a la poca iluminación y su característica de plantas rupícolas.
Bajo los troncos nos decantamos por diversas especies de Criptocorinas y tras ellas algunos Echinodorus
En el lateral opuesto, y ante la posibilidad de una explosión de nitratos y con ellos una invasión de algas, y teniendo en cuenta que las plantas que teníamos hasta entonces eran de crecimiento lento, decidimos incluir ambulias, de crecimiento rápido y buenas competidoras con las algas por los nutrientes del acuario.
Por último, todos los peces que habitaban el anterior acuario, con la debida aclimatación pasaron a su nuevo hogar, a excepción de los plecostomus, que fueron adoptados por un socio de la SAV para mantenerlos en un acuario de un mayor volumen de agua, perfecto para ellos. En el caso de los botias, siguen en el acuario, por expreso deseo de los propietarios, a pesar de saber que no es lo mas adecuado por el tamaño que alcanzan, nosotros lo entendemos y lo respetamos, e intentaremos mantener el acuario en las mejores condiciones a pesar del problema que puede suponer mantener 3 peces que alcanzan ese tamaño.
Por último en la zona donde los troncos y rocas salen a la superficies, decidimos plantar Ceratopteris pteridioides, que en su forma palustre alcanza un tamaño considerable, y su hojas, muy dentadas, tamizan la luz, creando sombras muy apropiadas para este tipo de acuarios amazónicos. Tras unos meses instalado, y cuando aún el acuario no puede considerarse maduro, este es el aspecto que presenta.
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